El Patrimonio marítimo de Galicia

A lo largo de los tiempos, en todo el litoral de Galicia se han desarrollado actividades, oficios y modos de vida vinculados al mar. Para pescar, transportar y luego conservar, fue preciso construir barcos y después puertos para protegerlos, así como edificios adecuados para transformar el pescado. También hubo que concebir aparatos, útiles de trabajo y técnicas singulares, adecuados a cada costa y a las tradiciones de la zona en cuestión. Así mismo, la casa marinera estuvo condicionada por el modo de vida de los moradores, así como por las peculiaridades geográficas y climatológicas de su localización.

Pero el mar es algo más que reserva de pescado o vía de comunicación. Así, por ejemplo, para provecho de algunos molinos, el agua se deja canalizar hasta los rodicios de los molinos de maré. Lugar de tráfico, de intercambio, de comercio, el mar es también un espacio susceptible de balizar, de vigilar, de proteger. Entonces, fueron levantadas fortalezas para defender la costa para eventuales agresores; antorchas, luces y faros alumbraron para clarear las singladuras de los navíos.

Existen, por tanto, los que han sido llamadas “gentes del mar”, que abarcan todas las 'angueiras' relacionadas con el medio marino. Y dentro de su diversidad, tienen reglas y leyes propias; sus tradiciones y su “saberhacer”. Al cabo de los siglos, este tipo de hermandad tejió su universo dejando huellas aquí y allá, discretas o llamativas, de su evolución: arquitecturas con o sin arquitectos (quiere decir, edificios de origen civil, militar o popular); las cosas; utensilios; barcos; imágenes; técnicas; toponimias; habla;… Este conjunto, que bien podríamos rotular como “Patrimonio Marítimo”, compone un verdadero tesoro con múltiples joyas, casi todas amenazadas a día de hoy.